Los retos de la Nueva Ruralidad
Los retos de la Nueva Ruralidad
↗ Impacto social
Se estima que un 60% de la población mundial vivirá en grandes ciudades en 2030. Evidentemente, este éxodo rural masivo ha sido gradual desde finales del Siglo XIX y la industrialización hasta nuestros días, donde las ciudades son reconocidos como espacios de oportunidad laboral y/o de desarrollo personal. Sin embargo, la masificación de los espacios urbanos, han traído consigo problemáticas en las que queda de manifiesto cómo esa búsqueda de oportunidades, queda velada por otros retos aún no resueltos (y que por tanto se agudizan) en la urbes como el acceso a la vivienda, la conectividad, o el contacto con la naturaleza. En este contexto, se ha generado una indudable polarización donde la masificación urbana y el aislamiento rural, son dos caras de la misma moneda. Ambas interdependientes entre sí.
“La Nueva Ruralidad se centra en aprovechar los nuevos avances para seguir viendo este terreno fértil, capaz de generar recursos y oportunidades para el desarrollo personal y profesional”.
A través de proyectos como ↗ Enkarterri Open Lab, donde creamos un Laboratorio rural para la innovación agroalimentaria y forestal desde la bioeconomía en Enkarterri, una de las áreas más despobladas y rurales de Bizkaia, o ↗ MIES donde localizamos por todo España casos de emprendimiento rural, hemos comprendido los principales retos que se presentan en un nuevo contexto rural. Desafíos que están vinculados entre sí y afectan por igual a entornos rurales y urbanos.
La Nueva Ruralidad no es en absoluto un concepto que romantiza el estilo de vida rural ni obvia las dificultades asociadas a dichos entornos. Este concepto, se asienta en el principio de que cualquier persona que decida establecerse en lo rural, no esté sistemáticamente renunciando a su equidad de derechos. Por ello, surge un nuevo reto que interpela directamente a administraciones de diferente nivel para crear, desarrollar e implementar leyes que también consideren las necesidades asociadas a lo rural.
El concepto de Rural Proofing ha sido adoptado por organizaciones e instituciones comprometidas con el “Rural Thinking”, y precisamente busca asegurar que las leyes y procesos también consideren las características específicas de los entornos rurales. Su principal objetivo es evitar que los sectores, trabajos y habitantes rurales se vean sistemáticamente perjudicados por normativas que no han previsto su impacto en estas zonas.
En dot. hemos colaborado con la ONG Cives Mundi en el programa Interreg, financiado por la Unión Europea. En este marco, agentes del Gobierno de Navarra y otros gobiernos regionales de Bulgaria, Irlanda y Estonia han trabajado juntos para identificar las oportunidades clave de este nuevo enfoque y desarrollar la primera metodología de Rural Proofing co-creada desde diferentes agentes y realidades rurales coexistentes en Europa. Esta metodología, basada en el diseño, se adapta a todas las fases de creación de una ley, desde la identificación de necesidades y la generación de procesos participativos, hasta el prototipado e implementación de un nuevo proyecto de ley. Además, contempla los puntos críticos y los actores clave que deben participar en cada fase, asegurando que las distintas realidades rurales sean tenidas en cuenta en el proceso legislativo. Durante el proceso de cocreación identificamos como claves los siguientes principios:
Visión, misión y narrativa compartidas para alinear a todas las partes interesadas y la sociedad en su conjunto.
Comunicación abierta entre gobiernos y zonas rurales.
Generar conciencia sobre los problemas rurales y asegurar la voluntad política para abordarlos.
Enfoque holístico e intersectorial para la resolución integral de problemas.
Orientación y metodologías, como listas de verificación para garantizar la coherencia.
Basado en data rural, con estudios de campo desde niveles micro a macro.
Liderazgo con buenos recursos y conexiones interdepartamentales, asegurando vínculos entre las entidades locales y de alto nivel.
Estrategias locales, regionales y nacionales en un marco de plan de acción estructurado.
Flexibilidad y adaptabilidad a lo largo del tiempo para adaptarse a las necesidades cambiantes.
Priorizar la evaluación y la experimentación rápida para evaluar los impactos e impulsar la mejora continua.
Con una narrativa donde se describe el entorno urbano como el único espacio de oportunidades y desarrollo, el medio rural se ha visto avocado a sostener una proyección no aspiracional de sacrificio, desconexión y falta de oportunidades. Esto, hace que las nuevas generaciones nacidas en entornos rurales, preparen desde pequeños sus éxodos, y que los niños y niñas de entornos urbanos, vean acotado su desarrollo a un contexto cada vez mas competitivo y precarizado. Por ello, la ampliación de este imaginario genera un empoderamiento rural transformador en ambos contextos.
Es evidente como estas narrativas imperantes han sido incompletas y han escondido tanto los déficits o “riesgos” de los entornos urbanos, como los cambios de paradigma que se pueden dar en los entornos rurales gracias a la integración de nuevas tecnologías. Esta transformación narrativa hace que vayamos más allá del aprovechamiento agropecuario de un territorio familiar como única fórmula en lo rural.
— ¿Qué nuevos estilos de vida rurales pueden surgir gracias al teletrabajo?
— ¿Cómo puede ser hoy en día el estilo de vida de una persona agricultora que se vale de nuevas tecnologías?
— ¿Qué nuevas demandas de turismo rural aún no están siendo respondidas?
— ¿Cómo pueden aplicarse las propias tecnologías al contexto rural y no al contrario?
Este reto, debía haberse previsto y resuelto con mejor infraestructura y plataformas de servicios al mismo ritmo que el éxodo poblacional. Sin duda, se hubiese mejorado la logística, y por tanto la resiliencia urbana y rural, generando un asentamiento poblacional más disperso. En territorios con estas características, como puede ser el caso de la cornisa cantábrica (Galicia, Asturias, Cantabria, País Vasco), los estilos de vida son más híbridos urbano-rurales, gracias a un ser territorios pequeños, con una mejor conectividad urbano-rural.
Ante la falta de esta interconectividad real en otros entornos, muchas ciudades que evolucionan a ser macropolis, han desarrollado un modelo de dispersión urbana llamada Sprawling, donde se generan grandes periferias con barrios dormitorio de muy baja densidad y se repiten modelos de vivienda unifamiliar aislada. La ciudad como epicentro, siempre es el nodo de centralización de servicios y el vehículo privado es principal enlace. Tal y como Kevin Arnold, el personaje de “Aquellos Maravillosos Años”, describía en la serie de televisión que retrataba perfectamente esta dispersión periférica en lo que en Estado Unidos llaman “Suburbs”, ”tienen todas las desventajas de la ciudad y ninguna de las ventajas del campo y viceversa”. Sobre todo, porque siempre se sobrepone un modo de vida esencialmente urbano, y la ciudad a medida que va evolucionando y sigue absorbiendo habitantes, hace que esos entornos periféricos más amables vayan siendo conquistados por la propia ciudad. Así, esos pequeños terrenos naturales que antes simbolizaban “el campo” ahora son más viviendas.
↗ El Bosque de Los Hermanos de Yukiko Noritake, es un cuento ilustrado infantil, donde se visualiza paso a paso este proceso de conquista.
En el entorno rural se han desarrollado oficios y medios de producción artesanales, que han ido transmitiéndose durante generaciones. Estos, se enfrentan ahora a una falta de relevo y por ello, están en peligro de desaparecer. Podría parecer que la producción masiva suple esta pérdida con productos más modernos, pero lo cierto es que muchas artesanías, oficios rurales y conocimientos asociados, además de seguir siendo oportunidades profesionales validadas y no reaprovechadas, son además un legado cultural que aporta a los pueblos soberanía en el consumo de productos (que además, son más respetuosos con el entorno). Siguen siendo necesarias profesiones como la herrería, la esquila (cortar el pelo a las ovejas o ganado) o los cisqueros (quienes fabrican carbón vegetal), pero como están dejando de existir, se recurre a métodos más contaminantes, ineficientes e irrespetuosos. De la misma forma, siguen siendo necesarios conocimientos ganados en el entorno rural como los relativos al cultivo agrícola, los productos de temporada o los métodos tradicionales de fertilización, entre otros. Ante esta pérdida, una vez más, recurrimos a métodos más contaminantes, ineficientes e irrespetuosos.
“La pérdida de oficios tradicionales que miman el medio rural y lo utilizan como fuente de recursos de forma sostenible, puede llevar a la desaparición de especies. Sin pastores que críen y conserven especies autóctonas y protejan los montes, se perderán multitud de animales y plantas que forman parte de nuestra biodiversidad agroforestal”.
El anterior desafío da pistas para entender el presente reto. La despoblación y desaparición de agentes rurales, cambia radicalmente nuestra relación con la propia tierra.
Si bien es cierto que la naturaleza no necesita al ser humano para desarrollar su ciclo, en los entornos ex-habitados y en los que no se ha invertido en regenerar su ecosistema original, la despoblación trae consigo un aumento de maleza, que impacta negativamente en la expansión de incendios, reduciendo la cubierta forestal y la diversidad biológica, ingredientes esenciales para la conservación del suelo, la regulación del agua y la mitigación del cambio climático. Un efecto, que afecta siempre en primer lugar a estos territorios.